“The end is the beginning”
Me pasa desde hace años, después de
un viernes de fiesta me levanto el domingo fresco como una rosa. Sí, he dicho
domingo. Los años no perdonan y quizá no me venga bien salir pero ¡qué coño! ¡Era
mi graduación! Y repasas, repasas y repasas. No sólo el evento, también los
años pasados. Año a año. Mes a mes. Día a día. Hora a hora. Minuto a minuto. Buscas
fotos, videos, cualquier cosa que te recuerde lo vivido, que te lleve a esos
momentos, aunque sólo sea por unos segundos en los que puedas sentir de nuevo la experiencia.
Asaltaba yo la universidad, allá
por el año 2010 con la tremenda ilusión de haber encontrado por fin mi
vocación. Treinta y pico años me costó y no lo dudé. Maltratado por la suerte
de la vida no andaba yo por aquella época muy optimista en que mi suerte diera
un vuelco pero entendía que en este puñetero mundo las personas como yo, hijos
de Caín, no le caen las cosas del cielo. Hay que ganárselo. Nunca me esforcé
mucho en llevar acabo mis proyectos, la ley del mínimo esfuerzo, eso es lo que
realmente pasaba. Siempre lo más fácil es echar la culpa al cielo o al infierno
pero en ciertas cosas, la culpa es realmente nuestra. Si he encontrado algo en
estos años de universidad ha sido reconocimiento y fe en mi de algunas personas
a las que he llegado admirar muchísimo. Y de verdad que a todos nos hace falta
un mucho de eso.
Buscaba yo ocasión para el debate,
la crítica y el comentario pero me encontré en una búsqueda de las personas
adecuadas para ello. Los cambios constantes en sistema educativo español han
provocado, entre otras cosas, que la mayoría de los estudiantes lleguen a la universidad sin haber
obtenido la madurez necesaria para saber que les motiva y a que se quieren
dedicar. Más de 120 compañeros donde buscar, pero poco a poco fui conociéndolos
uno a uno. No he podido llegar a todos, con algunos apenas he hablado, pero
deben ser cuatro o cinco, no más. Lo que es seguro es que si cojo la lista de
clase, de casi el 80% de ellos podría hablar de cualquier detalle de su vida y
eso hace que se me hinche el corazón y me emocione. Ellos, mis compañeros, a
pesar de mi carácter agrio e indignado, contestatario donde los haya e
imprudente hasta llegar a la provocación continua han mostrado una gran
paciencia hacia mí y me han comprendido hasta aceptarme. Y he cambiado, no
mucho, pero sí lo suficiente para hacerme reflexionar muchísimo y hacerme más
prudente a la hora de expresarme. Si ahora soy mejor que antes es por ellos,
muchas gracias periodistas.
No entraba yo en las aulas con la
intención de enseñar, más bien con la intención de preguntar. Y eso fue quizás,
mi forma de preguntar, lo que hizo que
los profesores se fijaran en mí. Yo no había entrado a la universidad para que se me quedaran cosas en el tintero y
no me iba a cortar. Aún recuerdo la cara de Miguel Carvajal cuando le hice una
pregunta muy comprometida al señor Espada en una conferencia, todavía no nos conocíamos
pero clavo su mirada en mis ojos durante toda la respuesta. Al año siguiente,
el primer día de clase me llamó por mi nombre. De Miguel he de agradecer el
haberme enseñado a poner mis pensamientos por escrito de forma correcta, que no
era moco de pavo.
El segundo año fue intenso. Las
nuevas asignaturas traían con ellas nuevos profesores y al conocerlos
comenzaban a tomar forma mis expectativas. Ese año conocí por primera vez a un
reportero, Antonio Juan gracias por tu llamada, no por el resultado sino por la
confianza que me trasmitiste. De Miguel Ors no corresponde hablar aquí porque
ya es amigo mío y no podría ser objetivo. En esos años empezaba a oír hablar de
otros profesores a los alumnos de licenciatura y me provocaba ansiedad, de tal
forma que me colaba en sus clases y hasta en ocasiones, como no, preguntaba
ante la perplejidad de todos, incluido el profesor que buscaba en su memoria
quien cojones era. Eso a José Luís González intuí que le pasó en varias
ocasiones,
Poco a poco nos fuimos conociendo,
Nacho, JJ, Salvador, Sergio, José Vicente y todos los demás, como Fernando,
crack donde los haya.
Y todo ello culminó el pasado
sábado por la mañana desayunando horchata con tres grandes compañeros, Sandra,
Iván y Rafa. Cuatro años de mi vida que recordaré con emoción y que deben
significar el comienzo de otra etapa mejor, la de consolidar mis objetivos que
iré contando en este blogg, abandonado hasta la fecha de hoy.